sábado, 3 de septiembre de 2011

DESÁNIMO


¿De qué sirve pensar si no lo digo?
¿De qué sirve decir si nadie escucha?
¿De qué sirve vivir sin un amigo?
¿De qué sirve cantar bajo la ducha?

Van mil versos al fondo del cajón
y dos mil se quedaron en el alma.
Da lo mismo que agite mi emoción
o vegete mis horas en la calma.

Mi momento de lucha ya se fue
y soslayo, vencido, cualquier reto.
Sólo queda rezar con mi fe,
mi mujer, mis hijos y mi nieto.

“¡Pero, hombre! Tu Dios y tu familia
-me diréis- son motivo suficiente
Para ser un poeta en la vigilia
Y, de día, andar entre la gente”

No hay comentarios:

Publicar un comentario