domingo, 19 de diciembre de 2010

OTRO CUENTO DE NAVIDAD

En un bosque muy lejano,
desde hace mucho tiempo,
en una humilde cabaña
vive un pobre carbonero.
Soledad tiene en el alma
y enfermedad en el cuerpo.
Pan duro y unas legumbres
forman todo su sustento.
Fuera la nieve es muy fría
y silva afónico el viento.
En el hogar tres carbones
se hacen ascuas junto a un leño.
“¡ Que frío, Señor, qué frío !
¡Llegó mi hora ¡ ¡Me muero!”
Unos golpes en la puerta
alarman al pobre viejo
que, arrastrando los achaques
y con grandísimo esfuerzo,
abre la puerta y repara
que, con un niño pequeño,
un matrimonio angustiado
Pide refugio y sustento.
El anciano, generoso,
les hace pasar adentro
y reparte su indigencia
con aquellos forasteros.
Alumbrando la morada
hay una vela de sebo.
Se sientan en la penumbra
junto al miserable fuego.
Mientras comen la pobreza
de aquel humilde puchero,
les cuenta cómo los suyos,
de una tormenta, murieron.
Una lágrima resbala
por su rostro macilento
Y, forzando una sonrisa,
Hace un halago al pequeño…
Al llegar la medianoche,
como venida del cielo,
una intensísima luz
ilumina el aposento.
Todo duró un segundo,
Un segundo muy intenso:
¡ Jesús, María y José
igual que en un nacimiento!
Hay gran calma y placidez.
Curado está el carbonero.
Se ve sólo en la cabaña
que los huéspedes se fueron.
Acude raudo al portillo
y no hay nadie en el sendero.
Cuando se hace de día,
sale, intrigado, de nuevo.
La nieve es acogedora
y se adormeció el viento.
No muy lejos, ve carbón
mucho y, además, del bueno,
Que al señor a generoso
no le gana un carbonero.

A Coruña, Nadal de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario